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Una guerra se avecina...las distintas razas haran pactos...y estallará...¡la guerra!
 
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 El fin de los Nigromantes

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Ireira
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Ireira


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MensajeTema: El fin de los Nigromantes   El fin de los Nigromantes Icon_minitimeMiér Ago 20, 2008 1:11 pm

Esta historia la escribi hace tiempo, asi que si veis alguna falta gramatical decidmelo y lo corregire ^^ gracias!

El fin de los nigromantes

La habitación era cuadrada y estaba repleta de artilugios de magia negra y nigromancia. Sentado junto a una de las mesas un hombre barbudo leía un gran libro de cubiertas negras y letra minúscula. Mientras observaba atentamente las letras arcanas iba repitiéndolas en susurros. Estaba tan concentrado que no se percató de que un joven quinceañero de capa negra entraba en la habitación. El joven se acercó hasta su lado y para no romper la concentración del individuo se sentó en una silla cercana. Al nigromante no le pasaron inadvertidos sus movimientos y antes de que el otro pudiera percatarse siquiera de que le estaban lanzando un hechizo ya estaba atado por hilos invisibles a uno de los muros mohosos de la habitación. El chico al principio forcejeó unos instantes, después dejó caer su pelo rubio sobre su cara y la levanto dejando al descubierto unos ojos lilas entreabiertos.

- Ya me puedes soltar padre-dijo el chico amenazadoramente.
- Ah, eres tu Phismarus. ¿Cuántas veces he de repetirte que no me molestes mientras trabajo? ¡Ya lo tenía, estaba a punto de memorizar este hechizo!- gritó Lerthus mientras hacía un gesto con la mano liberando a su hijo de el abrazo invisible.
- Lo siento padre, no volverá a ocurrir.
- Espero que sea así ¿Para que me has molestado?
- Acaba de llegar un mensaje de la torre de Flen. Desde Kemp los archimagos y los magos nos atacan. Están intentando capturar el último bastión de los nigromantes.
- ¿Sabes porqué nos atacan?
- No, ellos son magos, como nosotros. La única diferencia es que nosotros obtenemos nuestra magia de los dioses Nek, dios de la oscuridad; Kénlimor, dios de la luna oscura; Máglinar, diosa del mal; Plantiria, diosa del abismo y Semk, dios de las sombras. Ellos la obtienen de los otros cinco dioses.
- Si, ellos sirven a Menphins, Lendin, Mánkia, Pámala y Rívara. Pero ese no es el motivo. Sabes que hubo una guerra de dos bandos. Uno formado por drows y Worgs. El otro por elfos, humanos y dragones. Bien, pues los elfos oscuros sirven a Semk, y los worgs eran como dragones, pero eran de color negro o azul hielo. Estos últimos obtenían su color de Nek y Kénlimor. Por eso algunos de los nigromantes decidieron ayudarles en su guerra. Después de la muerte de todos los worgs y todos los dragones los drows recibieron órdenes de su dios, Semk de volver a su mundo subterráneo. Los nigromantes no habían recibido órdenes de participar en la guerra y, por culpa de aquellos que intervinieron en una guerra que no era la suya, la orden mágica desde entonces está castigando a todos los de nuestra orden, dicen que somos como los drow: Unos traicioneros capaces de darlo todo por poder. Solo han acertado una cosa-dijo con una sonrisa- algunos de nosotros incluso han vendido su alma por más poder y precisamente por eso nos teme la orden mágica. Y hasta que no estemos todos muertos no descansaran.
- Vaya, no sabía todo eso. Pero el mensaje también pide que asistas a la torre cuanto antes. Dice que precisan de tu ayuda para defender la torre.
- Prepara el portal. Voy a utilizarlo para ir a Flen. No me puedo permitir perder tiempo cabalgando Y date prisa, es muy urgente. Mientras me ocupare del hechizo que tengo entre manos.
- Si, padre- dijo Phismarus retirándose lentamente del habitáculo.

Y...continuara xD
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Athel Ulthuan
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MensajeTema: Re: El fin de los Nigromantes   El fin de los Nigromantes Icon_minitimeMiér Ago 20, 2008 6:37 pm

Continuaaaaa *_*
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Ireira
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MensajeTema: Re: El fin de los Nigromantes   El fin de los Nigromantes Icon_minitimeJue Ago 21, 2008 10:53 am

Bajo la peticion de Athel...continuo con la historia ^^

Lerthus volvió la mirada hacia una cortina corrida que ocultaba algo que había detrás. Se levantó de su sillón y se acercó hacia el cortinaje. Mientras esquivaba diversos aparatos de nigromancia del más alto nivel, murmuraba palabras arcanas hasta que se colocó dentro de un círculo rodeado de extraños símbolos del lenguaje arcano más antiguo existente. Junto al círculo apareció una jaula también repleta de esos extraños símbolos. De repente dejó de murmurar y el hechizo surtió efecto: un gran demonio apareció en la jaula. Un demonio de los más grandes. Sus largos cuernos se enroscaban hacia atrás y su cara alargada le daba una apariencia aterradora. Sus brazos largos acababan en unas grandes garras y sus piernas, recubiertas de pelo largo, se prolongaban en unos inmensos pies de largas uñas de forma arqueada. El gran demonio observó con interés la jaula que le rodeaba. Acercó su mano a uno de los barrotes riendo por lo bajo hasta que lo tocó. La protección mágica que el nigromante había aplicado a la jaula había funcionado y la mano del demonio había quedado un poco chamuscada. Éste le dirigió una mirada de odió a su captor y gruñó por lo bajo.
- ¿Qué quieres de mi mago?- dijo con desprecio el demonio.
- Nada que no puedas darme- dijo con una sonrisa pintada en los labios Lerthus
- Mmm… Eres un nigromante, no tienes por qué protegerte detrás de un círculo
arcano, ya estoy atrapado aquí dentro y tu poder es lo bastante grande como para
inmovilizarme unos segundos, tiempo suficiente como para tele transportarte lejos de aquí.
- Ninguna precaución es suficiente si tratas con demonios, y menos con uno de los grandes.
- Tomare eso por un cumplido- dijo el demonio sonriendo- y ahora ¿Qué quieres que haga por ti?
- Como ya te he dicho nada que no puedas darme. Ten paciencia y lo descubrirás.
El diablo se sentó observando con interés la operación del nigromante. Junto a la jaula de su invocación apareció otra jaula igual a la anterior, pero dentro no había nada. El nigromante volvió a murmurar palabras arcanas mientras sus manos dibujaban extraños símbolos en el aire. Al terminar de escribir la frase en el aire se iluminaron las letras con un fulgor amarillento y fueron desapareciendo al mismo tiempo que las pronunciaba.
En el mismo instante que supo que iba a ocurrir su cara dibujo una mueca de desprecio. Definitivamente no le gustaban los tratos con los nigromantes. Eran demasiado poderosos para su gusto. Y eran arrogantes, además de que nunca sabías que te iban a pedir. Y eso era lo más importante para un demonio, el saber de que forma tenías que cumplir la misión que el mago te encomendaba para ves si podías fastidiarle las ideas. Pero con los nigromantes nunca sabías que debías hacer.
Dentro de la nueva jaula apareció una figura luminosa y de porte solemne. Cuando la aparición terminó de surgir en la sala, un rostro apareció y aunque los barrotes mágicos le quitaban belleza, nada podría igualarle en hermosura. La figura llevaba unos ropajes blancos y su pelo liso y castaño le caía por detrás de las orejas. Pero en su cara había aparecido una mueca de rabia que desencajaba en el conjunto de serenidad que infundía la criatura.

Continuara...
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Athel Ulthuan
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MensajeTema: Re: El fin de los Nigromantes   El fin de los Nigromantes Icon_minitimeJue Ago 21, 2008 4:32 pm

continuaaa *_* x2
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Ireira
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MensajeTema: Re: El fin de los Nigromantes   El fin de los Nigromantes Icon_minitimeJue Ago 21, 2008 4:43 pm

Te ha gustado eeee xDDDD pues continuo la historia... pero que alguien más la lea eee ¬¬ xDDDD


- ¡¿Cómo te atreves, miserable hechicero, a invocar a tu apestosa casa a un nerfrit?!- gritó enfurecida la criatura- Somos bondadosos, no hacemos daño a nadie. ¡Y nos lo pagáis así los mortales, nos invocáis dentro de una jaula y junto a un demonio! No podía sufrir más humillación.
- Cállate y deja que el nigromante nos explique que quiere de nosotros estúpido- le espetó el demonio al otro.
- ¡Un nigromante, no podré volver a mirar a mis amigos a la cara! ¡Debí suponer que eras un servidor de los oscuros!
- Después me agradecerás que te haya llamado a ti y no a otro- explicó el nigromante sin inmutarse por la rabia del nerfrit- voy a devolveros a este mundo, a los dos.
- Es imposible. Nadie tiene suficiente poder como para devolver a la vida ni a un demonio ni a un nerfrit- le explicó el demonio
- En eso estoy de acuerdo con él-aceptó a regañadientes el ser angelical
- No es lo que pensáis. No voy a crear un cuerpo para cada uno de los dos, no. En este caso no será demasiado difícil efectuar el conjuro. Los dos sois espíritus semicorpóreos y el espíritu que habita en la criatura no es demasiado fuerte. Los tres sobreviviréis al conjuro. La maldad y la bondad que habita en vosotros se complementará y desaparecerá, así que solo quedarán la bondad y maldad del caballo, que no creo que sea mucha… Por lo que no seréis peligrosos para vuestro señor, solo para sus enemigos.
- ¡Un caballo! Vas a encerrarnos a mí y a un demonio, juntos en un estúpido caballo- dijo muy molesto el nerfrit.
- Tómalo como una liberación. Cuando el cuerpo del caballo muera los dos volveréis a tener un cuerpo para cada uno, si queréis. El hechizo permitirá que elijas el destino de vuestra alma.
- No voy a permitir que nos encierres en un caballo, es muy degradante-amenazó furioso el demonio.
- Está bien, intenta impedírmelo,-se burló el nigromante- déjame que te recuerde que ahora estas a mi merced.
Un rugido de impotencia y rabia resonó por toda la habitación mientras el demonio se abalanzaba hacía los barrotes y, seguidamente, un olor a carne quemada se sobrepuso al olor a incienso que poseía antes la habitación. El demonio retrocedió con una quemadura en el brazo derecho. Ningún espíritu invocado podría salir jamás de esa jaula si el invocador no lo permitía. Y maldiciendo por lo bajo volvió a sentarse y cruzó los brazos en su pecho con un aire muy molesto.
- Adelante, cuanto antes mejor- dijo abatido el demonio.
- Está bien, de todas formas pensaba hacerlo ahora aún sin vuestro consentimiento-explicó Lerthus mientras con un movimiento de la mano hizo que la cortina se corriera dejando al descubierto a un joven caballo bayo.

Su pelo le caía por la espalda cual hilos de seda y su pelaje tenía un brillo muy intenso. Clavó sus ojos azules un el demonio y se encabritó soltando un gran relincho. El demonio comenzó a reír por lo bajo y el nerfrit clavó sus blancos ojos en Lerthus.
- ¿Porque nos enseñas el caballo antes de hacer el experimento? Así parece más degradante aún.
- Si, esta raza es ridículamente estúpida.- dijo el demonio todavía riendo- Eres muy listo nigromante.
- Así que ya lo has entendido. Los de tu raza tienen fama de ser extremadamente inteligentes y tú no eres una excepción.
- Quieres ponernos en ese cuerpo para crear un híbrido raudo, obediente y que no llame la atención ,como un caballo, pero a la vez con el ingenio, la valentía, la fuerza y el poder de los demonios y los nerfrit
- Si, eres más inteligente de lo que esperaba.- dijo el nigromante satisfecho con sus dos cautivos- Si no os importa voy a comenzar mi hechizo.

En aquel momento sus manos volvieron a dibujar runas en el aire. La inscripción se prolongó en diez largas líneas que poco a poco fueron adquiriendo el tono más oscuro que se podía haber imaginado en el mundo entro. Ni siquiera la mismísima oscuridad podía competir con aquella negrura. Cuando concluyó con su inscripción, el nigromante comenzó a pronunciar las palabras del conjuro mientras las runas se dirigían velozmente hacia los dos cautivos que, al instante, se convirtieron en luz y oscuridad. Aquella luz y aquella oscuridad penetraron en el cuerpo del desafortunado caballo que comenzó a relinchar y en el momento en que los primeros resquicios de luminosidad y tinieblas penetraron en su cuerpo comenzó una batalla que se llevaba a cabo dentro del caballo. El corcel sufrió una terrible transformación: Su cuerpo se levantó sobre dos patas y le aparecieron cuernos, alas, garras y sus patas traseras se transformaron en una mezcla de piernas esqueléticas y rojas y unas piernas esbeltas y blancas. El nigromante esbozó una cruel sonrisa. Al fin y al cabo el conjuro había salido bien, ninguno de los tres había muerto. Para cuando volviera de la batalla que se celebraba en la torre de los nigromantes las transformaciones habrían cesado. Oyó unos precipitados pasos subiendo las pétreas escaleras y formuló un conjuró que transportó al torturado caballo a los establos antes de que Phismarus penetrara en la habitación como una exhalación.
- Padre, el portal está listo

continuara...
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Athel Ulthuan
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MensajeTema: Re: El fin de los Nigromantes   El fin de los Nigromantes Icon_minitimeJue Ago 21, 2008 10:17 pm

mmm ¿para que querrá Lerthus un hibrido?

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Ireira
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MensajeTema: Re: El fin de los Nigromantes   El fin de los Nigromantes Icon_minitimeJue Ago 21, 2008 11:20 pm

Ya lo veras...todo lo tiene planeado de antemano..para eso es un poderoso nigromante ^^ muahahahahahahah xD

- Está bien, y por cierto, no entres en los establos a no ser que te de mi consentimiento
- Pero el caballo que tenemos…
- Si, padre
- Buen chico. Ahora veté a practicar nigromancia. Sabes que el pasar las pruebas para ser un nigromante consagrado no significa que seas un buen nigromante. Recuerda, el estudio es la clave.
- Lo recordaré, padre- dijo sumiso el chico dejando siempre su rubio cabello ocultando su bello rostro y dejando solo entrever sus dos inquietantes ojos violáceos.
- Debo partir. Entrégale este mensaje a Phormilus. Y haz todo lo que te diga. Ahora él está al mando de mi castillo.
- Si, padre.
- Adiós hijo- dijo el nigromante sin emoción ninguna mientras desaparecía de la habitación y del viejo castillo.
- Estúpido engreído-declaró Phismarus- parezco más su lacayo que su hijo y futuro ocupador del puesto que ostenta entre los nigromantes,-sus ojos lilas brillaron de rabia e impotencia durante un instante

Phismarus se retiró de la habitación para hacer lo que su padre le había pedido o, mejor dicho, ordenado. La vida de subordinado que llevaba no era nada acogedora. Y aún así no quería usar sus dotes para escapar y alejarse de la “esclavitud” para vivir sin ataduras y poder hacer lo que se le antojara. Poder. Aquella era la palabra que su padre siempre usaba para hacerle estudiar. Para poder poseer más poder debía concentrarse en sus libros de hechizos ¡Y ya se sabía diez volúmenes de diez mil páginas! Pero su padre no estaba satisfecho y no le dejaba usar sus habilidades.

- ¿Dónde está tu padre Phismarus?- oyó tras él la voz de Phormilus y se giró. Phormilus era joven, de unos veinticinco años, no lo sabía con certeza.
- Acaba de partir hacia Flen, dicen que hay una guerra y le necesitan urgentemente,- y al ver que el otro asentía y se disponía a marchar añadió rápidamente- me dijo que te diera esto.
- ¿Una carta?- inquirió sorprendido Phormilus mientras abría la carta y la leía con ansiedad.
- Si no te importa, me retiro- dijo precipitadamente antes de que el codicioso nigromante leyera la parte en que su padre le dejaba a cargo de todo, incluso de él mismo.
- Hasta otra- dijo el otro sin dejar de leer desenfrenadamente.

Phismarus se alejó corriendo por sucios pasillos que, adornados con malignos tapices, les daban un aspecto más sombrío del que ya presentaban. Se detuvo ante una puerta adornada con escrituras mágicas: un conjuro de protección. Phismarus recitó la clave que le permitiría penetrar en su habitación. Sonó un chasquido y la puerta se abrió automáticamente dejando paso al joven que, tras entrar, echó el cerrojo y se sentó en su estudio. No le apetecía seguir estudiando aquel tomo, pero no tenía opción. Su habitación siempre había estado desprovista de juguetes. Su vida, decía su padre, debía estar consagrada por entero a la magia, los juguetes solo entorpecían el estudio, la concentración y el poder.

En vez de concentrarse en el gran libro que tenía delante se dedicó a observar su habitación. Todo estaba tal y como lo había dejado. Los libros en la estantería, las velas esparcidas por la mesa, su cama por hacer y el orbe del poder que su padre le regaló hacía unos meses en el cajón mágico. Su vista se fijó en un único punto de la habitación y frunció el cejo. Aquello no lo recordaba. A los pies de su cama había un extraño báculo. Su palo estaba tallado en madera de Walgruph, de las más resistentes, y en su cúspide una gran bola azul coronaba el báculo. Esta bola estaba atrapada por dos garras de dragón talladas en oro y por encima de ella sobresalía una cabeza de dragón, esculpida en el mismo material, que parecía observar todo lo que le rodeaba. Del báculo parecía emanar sensaciones...y ahora mismo Phismarus se sentia...poderoso...no, más bien PODEROSO.Colgando del báculo había una nota que Phismarus arrancó rápidamente para poder leerla. Era de su padre.
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Athel Ulthuan
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MensajeTema: Re: El fin de los Nigromantes   El fin de los Nigromantes Icon_minitimeJue Ago 21, 2008 11:50 pm

¿y ahora que pone la nota?.Me dejas con la intriga ¬¬

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Ireira
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MensajeTema: Re: El fin de los Nigromantes   El fin de los Nigromantes Icon_minitimeVie Ago 22, 2008 12:04 pm

de eso se trata muahahahahaha xD


<< Veo que ya has encontrado lo que he preparado para ti. El báculo Drakmish te otorgará más poder del que ya tienes e incluso podrías igualarme. Te advierto, no uses el báculo hasta que no hayas acabado con tu actual libro. Debes saber los hechizos de control para criaturas superiores como dragones y worgs. Esta maravilla contiene el espíritu de un dragón dorado que deberás poder controlar antes de usar esta valiosa arma. Suerte con tu báculo>>

Phismarus observó a Drakmish, el objeto ejercía obre él una extraña atracción. Se percató de que la cabeza del dragón poseía dos ojos de lo más realistas que parecían estar buceando en la bola y unos segundos después observar a su amo… ¡No era una ilusión, era verdad! Los ojos tenían vida propia. Y las garras también. Acariciaban el báculo instándole a él a hacerlo también. Acercó la mano lentamente hacia la bola. En su interior se podían ver nubes arremolinándose entorno una figura dorada que le observaba con sus dos hipnóticos ojos azules. Cerró los ojos precipitadamente y apartó la mano. En ese instante había sonado la voz de su padre en su cabeza << No uses el báculo hasta que no ayas acabado el libro…>> Así que dio media vuelta y se dispuso a bucear en las letras del libro hasta descubrir los nuevos hechizos y así poder acariciar el preciado báculo.

En la torre de Flen...

- ¿Para qué requeríais mi presencia?
- Observa tu mismo la situación, Lerthus- le invitó el Supremo de la orden de la nigromancia
- No necesito asomarme a ninguna ventana para saber que los ejércitos de los reyes de los reinos humanos y la orden mágica han venido a presentar batalla.
- Necesitamos a cada nigromante del mundo para defender esta torre.
- Está bien, os echaré una mano.
- Tu hijo también ha sido consagrado como nigromante. Que venga también.
- Él no está preparado para luchar en una guerra.
- Entonces llama a tu hermano Phormilus, él si que lo está.
- ¿Por qué crees que no ha venido conmigo?
- Le has dejado allí para que cuide de tu hijo ¿No es así?
- Exacto. Le dejé una nota que se lo explicaba todo. Y por si intentara venir he cerrado el portal al aparecer aquí.
- Ahora no podemos hacer nada. Guardias, comunicadles a los encargados de defensa que comiencen con los preparativos.
- Si, señor- gritaron al unísono los tres guardias que desaparecieron por la gran puerta.
- Consejo, podéis retiraros.
Un murmullo se extendió por la sala al mismo tiempo que todos los miembros del consejo del Supremo Nigromante salían de la sala inmersos en sus conversaciones sobre magia y política. Ahora que se habían quedado solos él y el Supremo tenía tiempo de observar la sala en la que había aparecido. Esta era la parte más alta de la torre y, por lo tanto, el techo también era el más alto de la torre. En aquella sala cabían dos gigantes, uno encima del otro, y ni siquiera con los brazos extendidos podrían llegar a rozar el techo. Las paredes, redondeadas, estaban cubiertas de largos tapices de diseños demoníacos y de tonos oscuros que le daban a la estancia un toque fantasmal. En el centro de la estancia había una gran mesa ovalada en la cual había un montón de sillas. La más grande, decorada con un gran diablo cogido a su respaldo de terciopelo, era donde ahora descansaba el Supremo con las manos entrelazadas y mirándole con un aire suspicaz.

- ¿Qué quieres de mí en realidad, Nemsius?
- Deberías suponerlo ya, Lerthus.
- Ya te he contestado a esa maldita petición miles de veces, padre.
- Oh, hijo mío, ya se que solo aspiras a poder, pero siendo el Supremo Nigromante podrás controlar a todos los nigromantes, y a toda su magia.
- Y algún día alguien con más poder que yo me usurpará el reinado, y la vida. No, Nemsius, ya te lo he dicho, aspiro a un poder seguro y no a uno inestable.
- Sabes que los Supremos Nigromantes podemos ver cuando moriremos. Bien, pues yo moriré mañana, durante la batalla. Quiero que lo reconsideres.
- No voy a reconsiderar nada, padre.
- Oh, si lo harás, créeme.


y el proximo fasciculo por tan solo 1,5€!!!! xDDDD continuara....(y gratis Wink )
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Athel Ulthuan
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MensajeTema: Re: El fin de los Nigromantes   El fin de los Nigromantes Icon_minitimeVie Ago 22, 2008 12:33 pm

*Voy al quioko con 1.5€ y compro el siguiente fasciculo*

No tiene gracia si solo lo leo yo -.-
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Ireira
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MensajeTema: Re: El fin de los Nigromantes   El fin de los Nigromantes Icon_minitimeVie Ago 22, 2008 1:49 pm

ya...pero si nadie se anima no puedo hacer nada...pero no pasa nada, contigo me conformo ^^ xD

En una destartalada habitación, muy lejos de la torre, el joven nigromante Phismarus se concentraba en el estudio del gran texto que tenia delante. Las páginas que tenía por delante tan sólo eran ciento diez. Pero aún así tardaría toda esa jornada e incluso algo más de tiempo en aprenderlo. Y después de memorizar todos los hechizos del libro, tendría que aprender a controlar a Drackmish, el bastón que contenía un espíritu de dragón. Y una de las cosas más difíciles que un mago (o nigromante) puede hacer, es tener poder absoluto sobre un dragón o un worg. Pero como ahora no quedaba ninguno nadie se molestaba en aprender esos hechizos… salvo su padre y (a regañadientes) él. En esos momentos estaba leyendo una especie de “manual de instrucciones” sobre cómo se debe “pilotar” un dragón, cosa que al joven nigromante poco le importaba, pues no pensaba subir a lomos de ninguno. El joven, ya aburrido de un estudio tan intensivo se dejó caer relajado sobre la silla. Sus ojos habían adquirido un tono rojizo y los parpados le pesaban. Después de estar hasta medianoche estudiando se le había quedado una cara de búho que, según supuso, al día siguiente todavía se le mantendría. Decidido a continuar el día siguiente se levantó y se dirigió hacia su cama. Se echó directamente, sin quitarse siquiera la túnica negra, sobre la cama y se quedó allí, repantigado, contemplando una vez más la figura del dragón de Drackmish. Se levantó de un salto cuando la figura giró la cabeza y se le quedó mirando con sus azules ojos, estudiándole. Se volvió a recostar, despacio, en la cama mientras el dragón seguía sus movimientos, como si intentara comprender mejor a su nuevo amo y señor. Phismarus se durmió al poco rato, presa de un profundo sopor. Pero aquella noche no soñó con ser más poderoso, ni siquiera con poder liberarse de su padre y poder ir donde le diera la gana, (que era lo que más quería en el mundo) si no con un dragón. Un dragón que le llevaba a lomos, que le ayudaba en los momentos difíciles y, después, se transformaba en báculo entregándole toda su fuerza a través de la madera.

Phismarus se despertó cuando el sol ya había salido. Miró el fuego fatuo que había sobre su mesilla de noche y, por el gran fulgor que despedía, supo que eran las once de la mañana más o menos. Se maldijo a si mismo por no haber hecho un hechizo mágico que le despertara bien temprano para poder seguir con su estudio. Ahora ya nada podía hacer, se despejó, se levantó y se dirigió raudo a su sillón frente a su estudio. Chasqueó los dedos y una luz apareció sobre el libro. Cuando estaba a punto de memorizar un nuevo hechizo alguien llamó (mas bien dicho, aporreó) a la puerta.
- Phismarus, ¿Estas ahí?
Era la voz de Phormilus
- Si, aquí estoy. ¿Qué quieres?
- Trata con más respeto a tus superiores, aprendiz.-le replicó con sarcasmo el otro-Abre la puerta y déjame entrar, quiero hablar contigo.
- ¿No puede ser en otro momento? Ahora estoy estudiando-se excusó el joven, decidido a no dejar ver el báculo a su codicioso compañero.
- Si no abres la puerta la echaré abajo.
- Vale, ya voy
- Así está mejor-dijo Phormilus una vez dentro
- ¿Qué querías?
- Últimamente he notado como si algo, algún objeto seguramente, irradiara mucho poder aquí, en la torre. ¿Sabes tú algo?
- No, no se nada. Tampoco he visto ningún objeto que pareciera encantado…
- No esta encantado. El propio objeto contiene magia y… ¿Qué es eso que estas estudiando?
- Ah, esto.-dijo Phismarus aliviado de que todavía no hubiera reparado en el báculo- Mi padre insiste en que lo estudie. Aunque no se para qué. Ya no hay dragones.
- Ni worgs. Bueno, me voy.-dijo dándose la vuelta y dirigiéndose a la puerta, pero de repente se giró y, como movido por una voz que lo atraía, se encamino hacia el báculo y sus ojos se abrieron de golpe- Dioses, no me lo puedo creer, el perdido báculo de Drackmish
- No, eso es una copia barata que mi padre trajo del mercado para hacerme creer que…-mintió el joven nigromante para ver si el otro se lo creía, pero no funcionó.
- Así que eso era lo que me ocultabas eh.-le dijo acusadoramente Phormilus- Y creías que me podías ocultándolo aquí. Pues no, por fin lo he encontrado. Y ahora observa como mi poder aumenta con solo tocarlo.

que le pasara a Phormilus?¿ En el proximo capitulo... xD
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Athel Ulthuan
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MensajeTema: Re: El fin de los Nigromantes   El fin de los Nigromantes Icon_minitimeVie Ago 22, 2008 2:48 pm

Te odio ¬¬
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Ireira
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MensajeTema: Re: El fin de los Nigromantes   El fin de los Nigromantes Icon_minitimeVie Ago 22, 2008 3:56 pm

Lo suponia xDDD

Phismarus quiso advertirle de que no lo tocara, pero cuando se dio cuenta el nigromante ya tenía el báculo bien ceñido en la mano y no se podía hacer nada para remediarlo. De repente surgió un haz de luz desde el báculo y Phormilus empezó a gemir. Se encogió sobre si mismo, pero sin poder soltar el báculo. Drackmish estaba riéndose de la estupidez del humano mientras su portador se consumía en el ácido que emanaba del dragón. Cuando de su cuerpo no quedó más que una masa uniforme y humeante, flotando sobre los restos del difunto Phormilus se formó una especie de neblina azul. Poco a poco la neblina se dirigió hacia la boca del dragón, que abrió la boca permitiendo que entrara la bruma. Después de eso la neblina que antes giraba entorno al dragón encerrado estaba un poco más espesa que de costumbre. Phismarus se giró precipitadamente y siguió estudiando queriendo descubrir más cosas de ese fascinante báculo.

En la torre, a esa misma hora, todo el mundo tenía o bien armas o un puesto en la defensa de la gran construcción. Esta mañana se había advertido más movimiento en el campamento enemigo que de costumbre y hasta para alguien que nunca hubiera participado en una guerra resultaba fácil adivinar que la batalla era inminente. Lerthus no era ningún novato en batallas y sabía que esta iba a ser realmente importante para el futuro de la orden de la nigromancia ya que el Supremo moriría luchando para defender a los demás y habría que elegir a su sucesor. El aturdido nigromante se sentó en la cama de la habitación sin decoración que le habían asignado. Como su padre había predicho se había pasado toda la noche pensando en la propuesta que le había hecho. Muchas otras veces habían puesto a su alcance el título de Nigromante Supremo, pero siempre lo había desechado. Seguramente Lerthus era el único o casi el único nigromante que no aspiraba a más poder del que ya tenía. Pero Nemsius se empeñaba en proponérselo una y otra vez y esta vez no podía desechar la oferta, pues si no era nombrado su sucesor antes de su muerte cualquiera de los ambiciosos consejeros podría hacerse con el poder y llevar a la perdición de su orden. Se levantó decidido al oír el primer proyectil mágico que se estrellaba contra las protecciones de la negra torre y soltando maldiciones por su mala suerte salió de la estancia. Definitivamente, odiaba que lo dejaran entre la espada y la pared, y su padre lo acababa de hacer.

En la habitación de Phormilus fue donde encontró Phismarus el hechizo que necesitaba. < Así que por eso sabías tanto, Phormilus, usabas este hechizo. Pero al final te mató tu ignorancia hacia los dragones> dijo para si el joven riéndose de su tirano difunto tío. Cogió el hechizo y corrió a su habitación abriendo el libro gigante y recitó las palabras mágicas, de forma que todo el libro quedó impreso en su mente. Antes de atreverse a tocar el báculo busco una pagina del libro e intentó recitarla sin mirar. Después de comprobar que el hechizo había funcionado se giró y miro el báculo.
- Voy a por ti Drackmish. No soy tan débil como Phormilus, yo resistiré tu voluntad y seré tu próximo dueño.
El joven se acerco desafiante pero con respeto al objeto y miro a los ojos al dorado dragón que acababa de despertar de su sueño para observar a quien iba a desafiarlo. Phismarus largo el brazo y estuvo a punto de cometer el mismo error que su tío. En ese momento lo comprendió todo. Sus dedos estuvieron a punto de rozar la madera decorada con plata y la bola chispeó, mientras que la niebla se agitaba frenéticamente en torno al dragón. Apartó la mano rápidamente y miro fijamente a los ojos del dragón dorado que se veía dentro de la niebla. Su rodilla derecha se clavó en el duro suelo de piedra y su cabeza se inclino ligeramente, pero sus ojos, impasibles, seguían mirando a los del dragón. Conservó esa posición durante lo que le pareció una eternidad, pero finalmente, después de haber estudiado al nigromante, el dragón bajó la cabeza, realizando así una reverencia. Mientras el dragón se echaba sobre su vientre y enterraba su cabeza dentro de su cuerpo, Phismarus se acercó lentamente al báculo, y seguro de si mismo lo asió. La neblina se arremolinó lentamente alrededor del dragón que levanto la cabeza, asintió y siguió durmiendo. La bruma salió del cayado y pasó al brazo del joven. Al final un torbellino se arremolinaba alrededor de su cuerpo, transmitiéndole la esencia del dragón, fundiendo a los dos en uno. La sensación le gustaba. Pero se estremeció cuando una voz grave, pero suave, resonó en su cabeza. <<Hola Phismarus, te he estado esperando>> <<¿Quien eres?>> <<Soy Drackmish, ahora yo soy tu, tu eres yo. Somos uno solo>> <<¿Uno solo? ¿Se puede fusionar el alma de un dragón con la de un humano?>> <<Solo con el poder de los dragones. Pero ahora escúchame. Con la muerte de tu tío e absorbido todo lo que el sabia. Hay una nota importante en su habitación. Habla de tu futuro, de nuestro futuro. Debes leerla>>

continuara...
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Athel Ulthuan
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MensajeTema: Re: El fin de los Nigromantes   El fin de los Nigromantes Icon_minitimeVie Ago 22, 2008 4:24 pm

¡la nota que le dejó antes Lerthus!...

Espero que te curres el combate en la torre ¬¬
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Ireira
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MensajeTema: Re: El fin de los Nigromantes   El fin de los Nigromantes Icon_minitimeVie Ago 22, 2008 11:02 pm

Bueno, hasta aquí lo que tengo escrito desde hace 2 años xD, así que ahora tardare más en actualizar porque tengo que ir escribiéndolo ok¿?

Sin más tardanzas corrió con el báculo bien asido a su mano por la torre, hasta llegar a la habitación de su tío. Al entrar y salir antes sin usar las contraseñas mágicas, el joven había provocado que ésta quedara completamente sellada. Sus patadas y sus golpes no servían para nada. Pero volvió a escuchar la voz. <<Usa mi poder, solo tienes que gritar las palabras que descansan en tu interior>> Phismarus lo intentó, busco dentro de si y… ahí estaba la formula mágica. El dragón había grabado a fuego las palabras que accionarían el cayado, el efecto de esas palabras ya era cosa de Drackmish.
- ¡Mag vala, yag pat!
La bola se iluminó y el dragón abrió sus fauces. Un rayo plateado golpeó la puerta, que voló en pedazos hacia todas partes. Los violáceos ojos de Phismarus contemplaron los estragos del poder de Drackmish mientras avanzaba hacia el interior de la habitación, pasando bajo el marco de la pulverizada puerta. En el interior del cuarto todo había quedado semidestruido, las astillas habían saltado perforándolo todo. La habitación, completamente a oscuras, empezó a cobrar claridad, hasta que lo pudo ver todo perfectamente, como si estuviera iluminada por los mismos soles que iluminaban en el exterior. << Al fusionarnos-volvió a sobresaltarle la voz- has adquirido todos mis poderes, incluido el de ver en la oscuridad. Adelante, entra, tu futuro te espera en la mesa de roble>> Con cuidado se acercó a la mesa, temiendo leer su muerte en la nota, pero al ver el cuño de su padre se tranquilizó un tanto. Cogió la carta y levantó poco a poco la solapa, acariciando la cera reseca que antes la había sellado. Cogió la nota y la leyó lentamente, comprendiendo cosas que antes no entendía:
<< Phormilus, quiero que entiendas que te he dejado al margen para que hagas algo mucho mas importante que luchar por una causa perdida, que cuides de Phismarus. En su futuro he visto enemigos, aliados… y la supervivencia de los nigromantes, esta vez sin enemistades. Debemos conseguir que sobreviva. No te olvides de mostrarle su nuevo caballo, Luz endemoniada. Esta estudiando una cosa muy importante, así que encárgate de que no le falte nada y no le molestes. Su distracción puede significar su muerte. Cuida de mi hijo. Adiós: Lerthus>>
Su tío solo quería su muerte, no había dejado de incordiarle, y en cuanto al caballo… ni siquiera sabía que tenía un caballo para si mismo. <<Busquemos a Luz endemoniada, tengo curiosidad>><<Si, será lo mejor, teletranspórtate al establo Phismarus>>

El estruendo de la batalla era ensordecedor incluso en el interior de la torre. Las defensas mágicas empezaban a ceder bajo el influjo de los hechizos elementales de los magos. La sala principal estaba repleta y el Supremo hizo llamar a la guardia. Lerthus, ataviado con sus ropas más estrambóticas apareció custodiado por los soldados. Pinchos y placas de ectoplasma solidificado sobresalían de la armadura, hecha completamente de este material fantasmal. Su color turquesa resaltaba sobre el negro que llevaban todos los asistentes. El Supremo se levantó e inició la ceremonia de coronación. Los asistentes, entre los que se encontraba un celoso consejo, se apartaron dos pasos dejando un pasillo entre Lerthus y el Supremo. El nigromante avanzó unos pasos mientras el sonido de una bola de fuego chocando contra el escudo mágico resonaba por la torre. Al llegar frente al Supremo, vestido con una túnica negra, ribeteada en plata e hilo rojo, hincó la rodilla en la alfombra y levantó la cabeza hacia la cara de su padre.
- Comencemos con la ceremonia-ordenó el Supremo

El caballo estaba frente a él, tenía clavados los ojos rojos en los suyos, y bajo sus patas el terreno estaba algo chamuscado. Sabía que el corcel tenía algo de mágico…pero no sabia explicar la sensación que sentía. No era nada parecido a lo que hubiera sentido nunca. Era como si dos fuerzas opuestas se fundieran en una irradiando más energía de la que nunca hubiera imaginado que cupiera en un cuerpo. Como agua y fuego, como frío y calor, como el silencio y el sonido, como luz y oscuridad. Aproximó la mano al lomo del caballo y se sorprendió de lo caliente que estaba… demasiado para alguien de su especie. <<Noto algo extraño en el caballo -le comunicó mentalmente a Drakmish- No es normal>> << Si, yo también me había dado cuenta… tu padre debe haberle hecho algo, quizás un conjuro, quizás un ritual de nigromancia>> << Si, seguramente será lo del ritual...>> << ¡Espera! ¿No lo oyes?- Phismarus aguzó el oído, y le pareció oír un sonido sordo, pero no estaba seguro- ¡Rápido! Sube al caballo y sal de aquí>> << Pero, ¿Qué pasa?>> << Haz lo que te he dicho o lo lamentaras chico>> Sin pensarlo dos veces el nigromante saltó sobre el caballo y salió galopando del establo. El sonido se intensificaba por momentos, y el joven incitaba al caballo a correr más rápido. El caballo, como si entendiera lo que le ordenaban, cogió velocidad. Era imposible que un caballo corriera tanto, y sin embargo este lo hacía. Phismarus se giró, cogiéndose bien al caballo para no caer, y vio una inmensa bola de fuego estrellándose contra el castillo que dejaba detrás. La onda expansiva los empujó hacia delante y a punto estuvo de caer de su montura. El castillo, su casa, ya no existía. No tenía adonde ir <<Vienen a por ti, chico>> le informó entre risas el dragón<< ¿¡Qué!? ¿Quiénes vienen a por mi?>> <<Paciencia chico, ahora lo veras>> Efectivamente, en el la dirección que llevaba el caballo surgieron tres luces muy intensas que los cegaron. El corcel detuvo su marcha, y el joven pudo distinguir tres formas, ataviadas cada una con una túnica de diferente color. <<Ahí los tienes>> Dijo el dragón con resignación.

y...continuará
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Athel Ulthuan
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MensajeTema: Re: El fin de los Nigromantes   El fin de los Nigromantes Icon_minitimeSáb Ago 23, 2008 4:47 pm

a escribir ^^
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Ireira
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MensajeTema: Re: El fin de los Nigromantes   El fin de los Nigromantes Icon_minitimeSáb Ago 23, 2008 6:00 pm

Eso he echo. A ver si te parece que he mejorado en dos años xD

El Supremo se quitó una fina diadema que llevaba ceñida a la cabeza. Estaba echa completamente del mismo material que la armadura de Lerthus. Ectoplasma, el material más difícil de conseguir…y el más caro. Se la colocó al otro en el sitio que le correspondía y Lerthus levantó la mirada hacia la de su padre.
- Aquí tenéis a mi sucesor. ¡Lerthus!
Todos los presentes se arrodillaron al paso de Lerthus, que se encaminaba hacia la puerta que conducía a las escaleras de descenso.
- Alto. Tú no participaras en la batalla hasta que yo no haya muerto
- ¿Y como lo sabré, padre?
- No te quites esa diadema y simplemente lo sabrás

- Nigromante, no escaparas
- No tengo intención de escapar, mago rojo- contestó Phismarus
- Vaya…un nigromante que no es cobarde…esto es nuevo
- Vas a morir, y lo sabes- replicó en joven<<No, el que morirá serás tu, idiota.
¿A que esperas para teletransportarte?>><<No pienso hacerlo dragón, vamos a
luchar>><<Estúpidos jóvenes…>> Phismarus descendió del caballo y sin dejar
de observar a los magos trazó un símbolo en el aire. Ese hechizo lo acababa de
memorizar y no se sentía capaz de controlarlo…eso lo haría más destructivo. El
símbolo se hizo invisible.<<Espero que haya funcionado, jovencito>>
- Chicos, hemos dado con un aprendiz. ¿No eres capaz de ejecutar un hechizo
potente, verdad? Pues ahora veras- el mago de la túnica roja levanto el brazo
izquierdo y comenzó a mover los dedos a tal velocidad que era imposible
seguirlos. En ese momento el viento comenzó a soplar y todos los presentes
tuvieron que poner toda su fuerza en los pies para no salir volando.
El viento levantó arena y piedras, que comenzaron a arremolinarse formando la figura de un lobo. El mago realizo un movimiento violento con las dos manos hacia Phismarus y en ese momento la fiera de arena aulló y se lanzo hacia él. El nigromante sonrió y esperó, impasible, la llegada del lobo mágico. Éste abrió las fauces e intentó engullir a Phismarus…pero algo lo detuvo. La magia se deshizo al instante y la arena se volvió a convertir en lo que era antes, simple arena.
- Vaya…un conjuro de protección. Me has sorprendido
- Y eso no es todo
Phismarus abrió los brazos en forma de cruz y una extraña fuerza invisible lo levantó en el aire. El nigromante se inclinó hacia atrás y en un espasmo se puso completamente erguido con los brazos apuntando hacia los magos. Sus ojos lilas brillaban como el sol…como el símbolo que antes había dibujado brillaba ahora. El símbolo se vio envuelto en llamas y, en vez de explotar sobre los magos (que era lo que Phismarus había previsto que pasaría) el dibujo empezó a aumentar de tamaño mientras se dirigía implacable hacia los magos. Todos estaban sorprendidos, pero los magos reaccionaron rápidamente. Dos de ellos empezaron a lanzar conjuros contra el hechizo de Phismarus para contrarrestarlo, pero ninguno surtía efecto. El tercer mago se teletransportó lejos de allí, pues si los demás morían alguien tenía que informar a sus superiores. Los otros magos habían echado a correr, pues no estaban lo suficientemente concentrados como para teletransportarse. La explosión fue enorme y Phismarus temió que le alcanzara a él también. Aquel día no murió gracias a Drackmish, que creo un escudo protector a su alrededor. <<Bien echo chico, no sabía que fueras tan poderoso>> <<Yo tampoco>> contestó el nigromante entre risas.

Se le hacía insoportable esperar lejos de la batalla, sin poder hacer nada por sus semejantes. La balanza se inclinaba hacia los magos, que en superioridad numérica no dejaban de causar bajas en el bando enemigo. Lerthus contemplaba desde lo alto de la torre tanto los ataques mágicos como la batalla cuerpo a cuerpo. Las tropas azules y amarillas de los reyes humanos combatían con la guardia negra de los nigromantes…diezmada por la falta de nuevos reclutas. En cuanto a la magia… desde centauros hasta veetys le había parecido ver. Sin duda, habían perdido. De repente sintió algo extraño en su cabeza. Sin poder evitarlo cayó al suelo gimiendo. El dolor no le dejaba pensar, sentía como si su cabeza fuera a estallar. Sus ojos se abrieron de golpe y miraron al vacío. Lerthus ya no se encontraba allí. Esta en el campo de batalla. Lanzó una espiral de acido hacia las tropas enemigas, que se deshicieron literalmente al contacto con su magia. Sacó su espada de la vaina de ectoplasma y se enfrentó al primer enemigo que encontró en su camino. Paró un par de golpes indecisos de su enemigo y lanzó una estocada en diagonal. La sangre salpicó su armadura semitransparente. Siguió impasible matando a todo el que se cruzaba en su camino. Hacía mucho tiempo, quizás horas, que habían perdido la torre. Un poderoso conjuro la había derrumbado. Ahora solo queda luchar en el terreno, cuerpo a cuerpo. Se veían destellos de magia por todas partes. Ya debía estar muy lejos de su objetivo. Los archimagos solían esconderse detrás de la carne de cañón. Una comprimida formación de lanceros impedía continuar con el avance de sus tropas. Las lanzas atravesaban a todo el que se acercaba. Con un simple movimiento del dedo anular los cascos de los guerreros se prensaron haciendo estallar las cabezas de sus portadores. El avance continuó. Y por fin se vio recompensado. Allí estaban los archimagos, con sus túnicas blancas y doradas. El nigromante levantó los brazos hacia el cielo y en menos de dos segundos se arrodillo y colocó las manos en el suelo. Una brecha se abrió en la tierra, atravesando de lleno la posición de los dirigentes del enemigo. Un tercio de ellos cayó sin remedio por la abertura, que se cerró inmediatamente después. Los supervivientes siguieron con sus ataques como si nada hubiese sucedido, pero uno de ellos encaró a Lerthus. Los dos se movieron a la vez, lanzando rayos de ácido, electricidad, agua y fuego que se entrelazaban y se empujaban unos a otros, intentando llegar al enemigo de su creador. Mientras la mano derecha de Lerthus aguantaba los rayos, con la izquierda dibujó en el aire unas frases que se fundieron con la tierra. Unas raíces envolvieron las piernas de su enemigo. El archimago, sorprendido fue alcanzado por los rayos de Lerthus. El cuerpo de su enemigo seguía amarrado al suelo, pero su espalda estaba rota y la parte superior de su cuerpo caía flácida hacia atrás. Lerthus estuvo a punto de reír. Se lo impidió el acero que había atravesado su armadura, llevándole a la muerte. Se giro y miró a su asesino. Un elfo. Tenía que ser el rey de los elfos. Solo alguien muy poderoso podría tener el único material capaz de atravesar una armadura de ectoplasma. Y dejó de ver. O más bien, volvió a ver. Estaba echado en el suelo de la parte alta de la torre de magia. Su padre había muerto. Se levantó y su largo pelo blanco ondeó libre al aire. El cielo se había nublado. Era su hora.


continuara...
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